Cuatro autonomías detectan garrapatas que causan fiebre hemorrágica
En septiembre de 2016 se confirmó el
primer contagio por el virus de fiebre hemorrágica Crimea-Congo (FHCC) no sólo
en España, sino en toda la zona de la UE. Se trataba de un varón de 62 años que
fue picado por una garrapata de la familia Bunyaviridae mientras paseaba por el
campo, en la provincia de Ávila. Falleció en el plazo de diez días tras
sufrir una crisis hepática. Poco después, una enfermera del Hospital
Infanta Leonor se contagió, presumiblemente por tener contacto con fluidos de
este paciente. Afortunadamente, se recuperó. Con todo, la situación llevó al
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad a coordinar un estudio que
comenzó el pasado octubre y que se ha cerrado recientemente en colaboración con
cuatro comunidades autónomas en las que se piensa que las garrapatas del género
Hyalomma, potenciales portadoras del virus, son más habituales: Castilla y
León, Castilla-La Mancha, Extremadura y Madrid. De un total de 11 comarcas
estudiadas, siete contaban con garrapatas infectadas por el Crimea-Congo. Se
analizaron en torno a 9.500 de estos ácaros. Y unos 300 dieron resultados
positivos.
Se estudiaron las garrapatas en animales
silvestres, fundamentalmente en ciervos, y en animales domésticos. En los
domésticos no dieron resultado positivo, lo que significa que el riesgo de que
las personas sufran el virus sigue siendo muy bajo.
La mejor forma de prevenir las
enfermedades transmitidas por las garrapatas es evitar la picadura». De ahí
que se vaya a reforzar la información y las recomendaciones a la población en
general con vistas a este verano, cuando estos ácaros se encuentran más activos
–en invierno están en letargo– y se multiplican las actividades de senderismo y
otras al aire libre. Además, en mayo, se realizarán estudios en garrapatas
presentes también en el suelo y en la vegetación.
El virus se puede contraer debido a una
picadura directa, con un periodo de incubación de 48 horas, o por el contacto
con fluidos y tejidos de animales o personas infectados previamente por el
ácaro –como ocurrió con la enfermera–, alargándose el periodo a cinco o seis
días. De hecho, la población ganadera está especialmente expuesta por su labor.
Su letalidad se cifra entre el
10% y el 40%. En estos casos, la muerte suele llegar en la segunda semana. En
cuanto a los pacientes que se recuperan, la mejoría comienza generalmente al
noveno o décimo día. Como tratamiento, se suele utilizar el antiviral
ribavirina