Este año 13 caballos han muerto durante el Rocío,
cifra que aunque sustancialmente inferior a la del año pasado (23) dista mucho
de ser bendecida por los amantes de los animales.
Principalmente las muertes ocurren por agotamiento,
sed, calor y cólico.
Manuel Toscano, uno de los fundadores de la Ciudad del Caballo, un complejo
dedicado a estos animales en la costa de Huelva, defiende que " a los caballos hay que cuidarlos como a
las personas y entrenarles, sobre todo antes de
meterlo en un camino de arena, para que puedan soportar bien este trance”.
Toscano insiste en que las muertes en una romería se producen “generalmente
por agotamiento y porque los caballos pasan muchas horas sin comer ni beber
agua, sin tener los cuidados necesarios". "Hay que darles de beber
cada cierto tiempo, cada dos horas como mínimo, y cuando descansen hay que
quitarles la silla, que les hacen rozaduras y le provocan heridas. Es
necesario, además, que se le haga un aporte de potasio que le ayuda a
regenerarse. Es falsa la teoría de que a un caballo no hay que darle de beber
antes de comenzar a trotar por la sudoración que le puede provocar... El agua
hay que dársela igual que a una persona, y además hay tener en cuenta cosas
como que pueda descansar
a la sombra,
igual que una persona”.
La polémica está servida.